Kati Neuvonen: cinco poemas

[suomi] [english]

Traducciones de Roxana Crisólogo Correa

Los poemas seleccionados forman parte de la serie de poesía Humanoides del báltico, curada por Roxana Crisólogo y José Luis Rico, impulsada por NOXLit y Sivuvalo.



Cinco poemas

de Naku (Poesia, Helsinki, 2009)

Una mujer mayor ama solo como las mujeres mayores aman,
mirada rotunda en ojos benévolos, en perspectiva
el final del túnel, la luz. La puerta está abierta, el regazo fruncido
como delicado papel de seda. Lleva los labios pintados y una congestión nasal.
Ella desata las amarras y recibe las olas, ahí empieza el conocido
ciclo, nosotras giramos y giramos para escapar de la corriente.
En la orilla la doblo en forma de cisne, uno rojo como matriz
y grito en la sala de partos.

*

En una gran habitación el agua que flota, en los ojos un miedo
turbio a nadar, una mujer se saca las arrugas con una herramienta.
La tierra es tan hermosa, peligroso jugar con las paredes.
Los hombres pillan un gran pez, electricidad bajo las escamas,
oxígeno electrónico de los cables. Ellos dicen
esto es parte del tratamiento, dicen, esto es por tu bien, dicen
es lo mejor para ti, y la mujer lucha torpemente a contracorriente,
fondo de enlodada extrañeza, viene viene viene, las agallas se extienden hasta el jardín.


*


El techo empieza a proyectar películas de amor en blanco
y negro, pongo un anuncio en el periódico: Se alquila
espécimen raro. El portero me ata a la cama con fuerza,
se unta crema de chocolate, se abandona a esperar
a que alguien se acerque. Los vasos sanguíneos de las paredes
se dilatan rítmicamente en armonioso compás, en el vestíbulo se forma
una larga fila de gente para ser amada. Hay delicias
disponibles, suelto un grito, siéntanse como en casa.
Ellos llegan uno por uno, por turnos, la élite de una parte
de la ciudad que se arrastra, descienden por una pendiente
resbaladiza, se difuminan en los regazos como luces de bengala.
Por la noche respiro en el espejo, que aún emana vapor, en la puerta
los zapatos ligeros vigilan a los tacones de aguja hacia arriba.


*



En cada esquina una mujer se masturba, enseña el fascinante
lenguaje de signos. Las piernas se separan, ramas
dóciles, un oscuro trébol florece de la herida. Nadie percibe
cómo miro y succiono, recibo el quebradizo collar de perlas.
Un tímido proceso de floración fisgonea en la suela de mi zapato,
quiero contar cómo se arquea mi planta del pie. Cómo un chasquido
consigue que la lengua se desprenda de su nervio, la carne de sus
ataduras, el ojo de su pálpito. Por turnos soltamos los corazones,
que van de mano en mano. De la boca salen las exclamaciones más sutiles,
el grito en su totalidad no termina nunca. La mujer estira la mano,
susurra: aquí tienes un ave, un ave sin voz, un ave que duerme.
Encuéntrale su significado, date a ti misma permiso de respirar.

*


Los besos en la mejilla son un premio consuelo tan importante
como una docena de rosas rojo fuego. Piso con fuerza,
el suelo ruge, el temblor hace que la casa se hunda,
debajo de una pila de ladrillos refulge una uña, debajo de la uña, la tierra.
Empiezo a secretar un aroma, aroma a naranja,
por ese olor se me puede encontrar, el aroma es carne y la carne soy yo.
He estado diez horas en un lugar desconocido, pega tu oído a la tierra,
escucharás el batir alborotado de las alas. Excava, aprecio manos
que saben reparar, en la autopsia no se repara, se abre, una bandada
de colibríes sale volando del pecho, domina condiciones climáticas,
espacio aéreo, estado de ánimo, elige las más bellas de las flores.